lunes, 6 de mayo de 2013

Sentate y escribí

Eso me dijo mi hija mayor: "Sentate y escribí todo esto en el blog". Creí que pasados tantos meses, ya no escribiría más por acá. A veces lo lamenté, otras no, porque sentía que no encontraba nada interesante que decir.Pero ahora sí quiero contar, porque me sirve y ojalá que le sirva a alguien más.
Toqué el fondo. Una vez escuché a Dolina decir que no existe el fondo, que cuando uno cree que llegó al fondo, siempre hay otro fondo por debajo de ese, y yo, que a Dolina lo admiro y lo escucho con atención, esta vez no coincido con él... yo llegué al fondo, al último. Quedaban dos caminos: quedarse ahí, esperando no sé qué o impulsarse y tratar de buscar la superficie.
Perdón por la perorata... pero es necesario hacer un poco de historia personal, si alguien quiere enterarse de lo que me llevó a escribir esto. Hace casi 20 años que me odio, pero no que hay cosas que me molestan de mí, hablo de un odio profundo y visceral. Es raro de entender, y para muchos ya sé, raya la locura. No me odiaba a mí en la esencia de lo que soy, odiaba con toda mi alma a la gorda del espejo, que se había apoderado de mí y disfrutaba gozosa de esa situación. Presa, secuestrada, vacía, invadida, así me sentía...
Yo era mi peor enemiga, porque lamentablemente, la gorda del espejo y yo, éramos la misma persona.
Entonces decidí castigarla.... ¿Cómo? Evitando que fuera feliz, o por lo menos, logrando que la felicidad le durara bien poco. Me volví hosca, huraña, malhumorada, arisca. Me encargué de repetir a quien estuviera delante que yo era una ballena, una vaca, un elefante, solo para evitar que lo pensaran y ganarles de mano.Me encargué de ver que a todas las reuniones a las que iba, la gente era feliz, porque era flaca, y podía bailar y mostrarse y entonces había que esconderse y otra vez evitar que si algún momento de felicidad asomaba, se tenía que pasar rápido.
Y llegaba el verano... ¡Ah! El tan odiado verano... tiempo de mostrase si lo hay. La gente va a la pileta, al mar... La gente, no las ballenas, que cuando mucho viven en el mar, pero no toman sol en una reposera en la costa. Y los kilos aumentaban y el odio crecía, y el mal que les hacía a los demás se hacía mayor pero no podía verlo. Yo sufría, los demás sufrían y el tiempo pasaba.
Hubo tiempos de dietas, de anfetaminas, de tratamientos. La de la luna, la disociada, la de la fruta, Scardale, etc. etc y tiempos cortitos de felicidad, porque en mayor o menor medida, todas dieron algún resultado, pero aburren, hartan y otra vez a lo mismo.
El 27 de noviembre toqué fondo. Pasé por una situación que, si me permiten, me voy a reservar porque forma parte de mi intimidad, y algo en mi cabeza se modificó. No tengo mucha más explicación: no es en el estómago, no es por un tiempo y ya está, no es "comer lechuga" y se soluciona. Es cambiar la vida desde la cabeza. Es que el cerebro se sienta en peligro y diga: No te acompaño más en el camino en el que estábamos. Es barajar y dar de nuevo (la última vez que barajamos) Empecé por las harinas y apliqué un pensamiento infantilísimo: "Lo que tiene harina, tiene Raid" ¿Comería algo que sé que está rociado con Raid? No, ni loca! Entonces tiene Raid". Poco queda que no tiene harina. Y así fue, de a una cosa por vez. La comida bajó muchos escalones en mi escala. Dejé de sufrir por las dos cosas: por comer (sabía que me hacía mal) y por no comer (deseaba ser igual que los demás). Cambié mi actitud con la gente, con mi familia, con mi marido, con el entorno en general. Me permito quererme cada día un poco más. Acepto que me halaguen.
Llevo 34 kilos bajados, y estoy a 6 del objetivo. Bajé 7 talles de pantalón y lo más importante: no estoy a dieta, o por lo menos no me siento así. Estoy viviendo diferente.
No es fácil adaptarse al cambio. Voy a comprarme ropa y sigo pidiendo un talle 54 para empezar. Las vendedoras me miran como si las cargara. Me pongo de costado para pasar por pasillos por los que ahora paso de frente y sobra espacio.
Me miro otra vez al espejo.... el primer tiempo con mucho miedo. A veces me levanto a la mañana y me da miedo encontrarme a la gorda del espejo y que riéndose me diga: "¿Te la creíste? Es todo un sueño idiota!"
Si tengo miedo de caer? No, creo que no... porque no estoy a dieta, porque esto no se termina...
¡Uf! Tendría mucho más para decir, pero ya debo estar aburriendo, si es que todavía sigue leyendo alguien.
Perdón a los flacos, que pueden entender pero no comprenderán y a los que pasan o pasaron por esto, ojalá sirva para algo... Otro día sigo.
Gracias por el espacio. Gracias Ana por empujarme a escribir otra vez... Me hizo bien.